Un aliento siguiente: “Memorándum” como la vitalidad artística de Luis Gordillo

 

Luis Gordillo, Cirugía esquimal, 2004-2006

 

"La creencia de que la naturaleza es caótica y que artista pone orden en ella es, en mi opinión, un punto de vista muy absurdo. A lo máximo que podemos aspirar es a poner orden en nuestro interior. Es lo que sucede cuando un hombre traza su camino en el momento adecuado”. Resulta imposible resistir la tentación de relacionar esta frase célebre de Willem de Kooning con el último desempeño expositivo de Luis Gordillo, una de las figuras esenciales del arte español de las últimas décadas. Un desempeño que, al ser precedido por un largo camino artístico, pretende recoger la esencia (o, mejor dicho, las diferentes esencias) de la obra del artista para quien nunca deja de haber momentos adecuados para poner orden en su interior, según decía el pintor abstracto estadounidense. En efecto, la propuesta del Memorándum, es decir, una revisión de una obra que tanto escapa de las convenciones establecidas, debió de ser arriesgada en su planteamiento. No obstante, como podemos ver hoy en el Museo Universidad de Navarra, el riesgo ha dado como fruto incontables ópticas que enriquecen la experiencia con el hecho artístico. Entre ellas, una óptica que también permite considerar el proceso creativo de Gordillo una obra en sí misma.

El nombre del artista, el título Memorándum bien destacado sobre la pared y tres piezas, Gentlemen ́s stoicism, Gentlemen ́s sensuality y Gentlemen's ambiguity, que en su esencia rompen los límites del lienzo mediante fondos aumentados. Asimismo, ya desde la misma entrada a la exposición, se anuncia el carácter no convencional de su estructura. El Memorándum está dividido en seis espacios expositivos, pero pronto resulta que la arquitectura de la exposición no pretende ser arbitraria. En vez de mostrar al espectador una única vía de seguimiento, se propone un sistema dinámico que invita a gozar de sus elementos particulares según la preferencia de cada visitante. Así, en vez de una exposición ordenada en el sentido propio de la palabra, se trata más bien de un campo de juegos museístico, no sin razón demostrando asimismo la estrecha relación entre el arte y la percepción virgen propia de los niños.

Si existe alguna palabra que pueda captar con su significado la esencia de la exposición, esta debe ser la vitalidad, entendida en este caso como un proceso orgánico y autónomo que, al seguir su propia morfología misteriosa, a menudo no encaja en las formas preconcebidas. En efecto, el Memorándum debe considerarse como un ejemplo de una asombrosa dinamización morfológica de numerosos soportes artísticos, con especial énfasis puesto en la pintura y la fotografía. Siguiendo este enfoque, cada espacio expositivo funciona como un laboratorio diferente en el que el artista expone los resultados de sus experimentos tanto con la forma como el contenido. Asimismo, obras como Cirugía esquimal o Martirologio cromático superan los límites del encuadre pictórico y presentan una expansión dimensional con fondos murales, mientras que el espacio Energías vivas podría considerarse un verdadero elogio al arte de collage, contemplando la libertad y un cierto desprejuicio con el que el artista invita a crear nuevos sentidos. Expansión, sinergia, remix, muchas palabras surgen a la hora de intentar clasificar la obra de Gordillo que constituye una mixtura singular de significados, a menudo inabarcable mediante los criterios convencionales. Surge la tentación de mencionar el dicho popular según el cual la verdad radica en el término medio, pero en este caso resulta prudente resistirla, pues la mencionada verdad depende de la experiencia única de cada espectador.

No cabe duda de que el público al que está dirigido el Memorándum debe asumir la responsabilidad de completar la experiencia mediante una recepción estrechamente activa. Tanto el carácter experimental de las obras como los mismos textos explicativos destacan el hecho de que no se trata de una exposición arbitraria, más bien una propuesta dinámica que invita al público a partir de lo pictórico para construir y vivir sus propias experiencias. Para lograr tal objetivo, conviene acudir a los textos explicativos que forman parte integral de cada espacio expositivo. Su lectura demuestra que la exposición de Memorándum es también una buena ocasión para destacar la importancia del desempeño de la curatoría museística. De hecho, se puede suponer que la obra de Gordillo, en toda su abundancia y complejidad tanto semiótica como ontológica, encontraría muchas más barreras a la hora de llegar al público si no fuera por el notable esfuerzo del comisariado Sema D’Acosta. Uno solo puede imaginarse el desafío que supuso la ambición de dividir una obra artística tan vital y orgánica como la de Gordillo en diferentes bloques temáticos. Además de ordenar dicha vitalidad, a menudo espontánea y no sucesiva, D’Acosta ha conseguido animar al público a tomar la iniciativa y afrontar las obras con de manera más activa, un logro al que no sin razón se da mucho mérito en el ámbito curatorial.

En efecto, gracias a este esfuerzo crítico y en alguna medida también artístico, se han creado circunstancias oportunas para experimentar al Gordillo tardío considerando la totalidad de su amplio contexto artístico. El fruto es invalorable. Una óptica holística que presenta sus últimas obras como una conclusión integral de una reflexión prolongada durante décadas. Como un aliento dado después de un largo maratón, no por ello menos vivo.

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